Aunque por la alfombra roja desfilaron las celebridades, lo cierto es que los gramáfonos quedaron en otras manos. Los Grammy fueron para cultores de la música alternativa, que no superan los 30 años y suponen una bocanada de aire fresco. Esa fue la tónica en el Staples Center, de Los Ángeles.
Cuatro premios fueron para el grupo de rock estadounidense The Black Keys, liderado por Dan Auerbach, y tres para el ascendente cantante belga-australiano Gotye. Además, los británicos Mumford & Sons se alzaron con el cotizado premio al mejor álbum ("Babel") y los rockeros de la banda indie Fun, así como el músico californiano de R&B Frank Ocean, obtuvieron dos Grammy cada uno.
La glamorosa gala resultó entonces una celebración de la música joven y alternativa. Las estrellas veteranas se fueron casi con las manos vacías, pero lo tomaron con filosofía e incluso repartieron elogios.
El "New York Times" sentenció: "La noche de los Grammy celebró los 'viejos ideales'". "No hubo nadie que arrasara y estuvo muy repartido", apuntó el "Boston Globe". Que hayan ganado tantos artistas jóvenes en las principales categorías es muy poco frecuente, pero interesante. Eso sí: no faltaron los tributos, entre ellos uno a Bob Marley.